A partir del siglo XVII la guerra de Arauco fue realizada por un ejército profesional financiado con los dineros enviados por el virreinato peruano a través del Real Situado. No obstante, la presencia de un ejército permanente en la orilla norte del Bíobío no terminó con la resistencia de los mapuches; por el contrario, el conflicto se siguió desarrollado aunque de forma interrumpida.
Otra estrategia fue la impulsada por el padre Luís de Valdivia, quién propuso como manera de resolver el conflicto el uso del entendimiento con los araucanos; esta maniobra que se conoce como “Guerra Defensiva” fue puesta en práctica entre 1612 y 1625, y tenía como objetivo eliminar las acciones militares de la colonización del territorio chileno. La estrategia del padre Valdivia consistía en que misioneros católicos cruzaran el Bíobío y entablaran relaciones con los indígenas con el fin de evangelizarlos y hacerles abandonar las armas. Durante la Guerra Defensiva los soldados españoles sólo podían intervenir en circunstancias de ataque mapuche, para defender las ciudades y villorrios hispanos; de todas formas, los militares debían contar con la autorización del sacerdote del lugar, los que tenían la potestad de detener la acción de los soldados, sí es que decretaban que los indígenas actuaban en defensa de los suyos. Lamentablemente, las buenas intenciones del padre Valdivia no llegaron a concretarse puesto que esta estrategia, si bien fue aplicada, fracasó.
Ante el fracaso de la alternativa pacífica para terminar con el problema mapuche, los españoles retomaron la vía armada e iniciaron una práctica conocida como “malocas”. Las malocas consistían en incursiones españolas en la ribera sur del Bíobío, con la finalidad de capturar indígenas para luego esclavizarlos y venderlos. Esta nueva forma de enfrentar la guerra de Arauco se conoce como “Guerra Lucrativa” y se originó por motivo de la dictación de la cédula del año 1609, y que disponía que los indígenas que fueran atrapados en acciones bélicas serían convertidos en esclavos; el objetivo de esta cédula era conseguir mano de obra para soslayar la pérdida causada por el descenso demográfico. La respuesta de los indígenas a la Guerra Lucrativa fueron los “malones”, incursiones en territorio español en las que los mapuches robaban ganado y raptaban a las mujeres.
Desde mediados del siglo XVII los españoles utilizaron una nueva forma para pacificar a los indígenas: los parlamentos. Estos consistían en reuniones entre los principales líderes españoles y mapuches, en los cuales se discutían las condiciones para fijar el establecimiento de la paz. Sin embargo, al igual que la Guerra Defensiva, los parlamentos fracasaron por la poca cohesión que tenían las comunidades mapuches; este resultado confirma que las autoridades españoles no reconocieron que la sociedad mapuches estaba altamente dispersa y que carecía de una autoridad central.
Otra estrategia fue la impulsada por el padre Luís de Valdivia, quién propuso como manera de resolver el conflicto el uso del entendimiento con los araucanos; esta maniobra que se conoce como “Guerra Defensiva” fue puesta en práctica entre 1612 y 1625, y tenía como objetivo eliminar las acciones militares de la colonización del territorio chileno. La estrategia del padre Valdivia consistía en que misioneros católicos cruzaran el Bíobío y entablaran relaciones con los indígenas con el fin de evangelizarlos y hacerles abandonar las armas. Durante la Guerra Defensiva los soldados españoles sólo podían intervenir en circunstancias de ataque mapuche, para defender las ciudades y villorrios hispanos; de todas formas, los militares debían contar con la autorización del sacerdote del lugar, los que tenían la potestad de detener la acción de los soldados, sí es que decretaban que los indígenas actuaban en defensa de los suyos. Lamentablemente, las buenas intenciones del padre Valdivia no llegaron a concretarse puesto que esta estrategia, si bien fue aplicada, fracasó.
Ante el fracaso de la alternativa pacífica para terminar con el problema mapuche, los españoles retomaron la vía armada e iniciaron una práctica conocida como “malocas”. Las malocas consistían en incursiones españolas en la ribera sur del Bíobío, con la finalidad de capturar indígenas para luego esclavizarlos y venderlos. Esta nueva forma de enfrentar la guerra de Arauco se conoce como “Guerra Lucrativa” y se originó por motivo de la dictación de la cédula del año 1609, y que disponía que los indígenas que fueran atrapados en acciones bélicas serían convertidos en esclavos; el objetivo de esta cédula era conseguir mano de obra para soslayar la pérdida causada por el descenso demográfico. La respuesta de los indígenas a la Guerra Lucrativa fueron los “malones”, incursiones en territorio español en las que los mapuches robaban ganado y raptaban a las mujeres.
Desde mediados del siglo XVII los españoles utilizaron una nueva forma para pacificar a los indígenas: los parlamentos. Estos consistían en reuniones entre los principales líderes españoles y mapuches, en los cuales se discutían las condiciones para fijar el establecimiento de la paz. Sin embargo, al igual que la Guerra Defensiva, los parlamentos fracasaron por la poca cohesión que tenían las comunidades mapuches; este resultado confirma que las autoridades españoles no reconocieron que la sociedad mapuches estaba altamente dispersa y que carecía de una autoridad central.
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